jueves, 23 de febrero de 2012

Un vídeo interesante

¿Cuál es el secreto de tu día?

Todas las personas tenemos manías, pequeñas o grandes, todos las tenemos. Son esos detalles que nos obsesionan a veces y que hacemos por algo, como dormir en un lado de la cama, subrayar los apuntes con distintos colores, evitar los gatos negros o tener un orden determinado para llenar el lavavajillas.
Yo no soy diferente en esto, y una de mis manías, o cosas que me gusta hacer, tiene que ver con los libros. 
Desde pequeña me ha gustado leer, y ha ido creciendo en mí un pequeño ser amante de los libros y de su cuidado.
Cuando compro un libro, me gusta elegir aquel que no tenga marcas, que no hayan tratado mal, e intentar que no deje de ser así; suelo oler las páginas de los que me regalan, e incluso de los libros de texto (supongo que me recuerdan sensaciones de la infancia); y los considero parte de mi historia y de mí así que pongo mi nombre en la primera hoja y firmo en la última.
Me he dado cuenta de que no escojo cualquier libro para leer, igual que no cojo cualquier cosa de la nevera cuando tengo hambre, aunque me hayan recomendado uno buenísimo o mi madre me diga que el pollo está exquisito. 
Lo primero que hago, es pasear mi mirada por las estanterías, leer los títulos y esperar a que alguno me llame la atención de forma especial, que me mire y me diga "¡Cógeme! ¡te interesará lo que llevo dentro!"; una vez que alguno me habla, lo cojo, lo ojeo y si tiene contraportada con una breve descripción, la leo; cuando compruebo que el libro no me ha mentido en cuanto al interés de su contenido, miro quién es el autor/a; y a continuación, paso por caja (he de decir que por culpa de la insolvencia de mi bolsillo este último paso se me hace a veces imposible de terminar).
En el caso de finalizar la compra, al llegar a casa, en la intimidad de mi cuarto, me gusta oler de nuevo las páginas de mi libro y comenzar a disfrutar de su lectura después.

Encontré hace bastante tiempo, en una pequeña estantería de la casa de mi abuela en Cuenca, un libro cuyo título me llamó la atención: "Cada día tiene su secreto", y como ni encontré un nombre dentro ni nadie me supo decir su dueño, me lo llevé a casa y es mío ahora (aunque sospecho que era de mi bisabuela).
Y toda esta parrafada para explicar, de alguna forma, el título del blog que estáis ahora leyendo.
Creo que todos debemos vivir el día a día de forma activa, que no podemos dejar que el tiempo nos lleve en este viaje como maletas, sin que nos demos realmente cuenta de lo que aprendemos. Creo, precisamente que cada día tiene su secreto o sus secretos a veces, y tenemos que aprender a apreciarlos y no dejar que pasen sin ser vistos. Tenemos la obligación, casi, de aprender algo cada día, pero algo interesante, de descubrir el arte donde no pensábamos que pudiera existir, de conocer a gente que nos haga pensar y nos ayude a crecer cada día, y por todo esto, quiero compartir con vosotros un secreto que descubrí un día: que cada día tiene su secreto. Disfrutad.